jueves

Universo


A veces nos centramos excesivamente en nuestros pequeños problemas. Realmente nos empecinamos en crear problemas allí donde, seguramente, no los hay. 

Somos demasiado exigentes con nosotros mismos en cuestiones sin mayor importancia. Deberíamos preguntarnos sobre lo que hoy nos parece un problema, ¿qué nos parecerá dentro de un año? ¿Y dentro de diez años? Relativizándolo, veremos ese presunto problema a la luz de una nueva perspectiva, sobre todo si caemos en la cuenta de la pequeñez del ser humano, en la pequeñez de la Tierra. Somos poca cosa en medio de un inmenso Universo y, visto así, nuestros problemas resultan increíblemente pequeños; así que, a relativizarlos, nos haremos un gran favor.

Sirva como ayuda este magnífico texto del escritor japonés Haruki Murakami en su obra "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo". Dice así Murakami:

“Una vez, en quinto o sexto de primaria, fui con mis amigos a acampar a la montaña y vi por la noche un cielo cubierto de incontables estrellas. Tantas, que parecía que el cielo no iba a poder soportar su peso, que se partiría y caería en pedazos. Nunca antes había visto un cielo estrellado tan prodigioso, ni volvería a verlo jamás. Después de que todos se durmieran, como yo no podía conciliar el sueño, me deslicé fuera de la tienda, me tendí boca arriba y permanecí inmóvil contemplando aquel precioso cielo estrellado. De vez en cuando, la línea brillante de una estrella fugaz cruzaba el cielo. Pero me fue entrando miedo. Había demasiadas estrellas, el cielo de la noche era demasiado vasto y profundo. Aquel abrumador y extraño ente me rodeaba, me envolvía, provocándome inseguridad. Hasta entonces había creído que la tierra que pisaba seguiría siendo eternamente sólida. No, ni siquiera me había parado a pensar en ello. Lo había dado por supuesto. Pero la Tierra no era, en realidad, más que un pedrusco que flotaba en algún rincón del universo. Visto desde la inmensidad, no pasaba de ser un andamio efímero. Sólo con un pequeño cambio de fuerza, o con un destello momentáneo de luz, la Tierra, con todos nosotros, podría ser barrida mañana mismo. Bajo un cielo tan magnífico que cortaba el aliento, pensé que iba a desmayarme en cualquier momento pensando en la pequeñez e incertidumbre de mi propia existencia”.

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