jueves

Procupación


Esto de la preocupación no tiene final. Podemos preocuparnos por razones objetivas, pero, en general, nos preocupamos por nimiedades, cosas que hoy nos parecen insoportables y que mañana, con el paso del tiempo, nos parecerán solemnes tonterías y nos harán preguntarnos: ¿Cómo pude preocuparme tanto por eso?

Somos nosotros mismos los que podemos entrar en una espiral de pensamientos negativos, de preocupaciones sin límite que nos lleven a ver la vida como un auténtico infierno. Es importante tener la capacidad de ver nuestros problemas con una cierta distancia, y uno a uno. Todos tenemos problemas, todos nos enfrentamos a situaciones complicadas en nuestras vidas. Pero unos saben manejarlas de modo más adecuado que otros, saben separar un problema de otro, buscar la solución en cada momento.

Lo que resulta terrible e insufrible es esa sensación de que se nos acumulan los problemas, de que no podemos dar abasto en su solución. Y es cierto si pretendemos acabar con todos ellos a la vez, las respuestas, las soluciones, tienen  que venir en su momento. Nadie es capaz de enfrentar sus propios problemas todos a la vez. 

Ignacio Larrañaga es un fraile franciscano que ha trabajado durante toda su vida en Chile y en Brasil. En 1984 inició su obra más importante conocida como Talleres de Oración y Vida (TOV). Larrañaga es autor de 16 libros, la mayoría de psicología práctica y a pesar de estar escritos por un fraile católico, su mensaje sirve tanto para cristianos como para otros credos o ateos. Mira que dice este maestro sobre tí y tu preocupación:

"Es tiempo perdido y pura utopía el preocuparse por hacer felices a los demás si nosotros mismos no lo somos; si nuestra trastienda está llena de escombros, llamas y agonía. Hay que comenzar, pues, por uno mismo.

Sólo haremos felices a los demás en la medida en que nosotros lo seamos. La única manera de amar realmente al prójimo es reconciliándonos con nosotros mismos, aceptándonos y amándonos serenamente. No debe olvidarse que el ideal bíblico se sintetiza en "amar al prójimo como a sí mismo". 

La medida es, pues, uno mismo; y cronológicamente es uno mismo antes que el prójimo. Ya constituye un altísimo ideal el llegar a preocuparse por el otro tanto como uno se preocupa por sí mismo. Hay que comenzar, pues, por uno mismo."

No hay comentarios:

Publicar un comentario