martes

Sabiduría



Como dijo un hombre sabio llamado Leonardo da Vinci:

La mayoría de la gente mira sin ver; oye sin escuchar; toca sin sentir; come sin saborear; se mueve sin saber lo que hace; respira sin conciencia del olor  o de las fragancias y habla sin pensar.


Un buen día me encontraba en una cafetería en la que se agolpaba la gente a la búsqueda del primer café del día. Las órdenes se sucedían. Un café expreso, un machiatto, dos descafeinados, uno con leche. El ritmo era frenético como sólo podía serlo en hora punta  y en una ciudad como Nueva York. 

En medio de aquel jaleo me llamó la atención la actitud de un  venerable anciano que junto a mí había pedido un café expreso y ahora, con la taza en su mano se dedicaba, al parecer, a mirar con gran interés la crema que sobresalía en la superficie de su café. Después de varias miradas llenas de interés, elevó la taza y la acercó a su nariz. Era evidente que la estaba olfateando, aspirando los aromas que escapaban de aquel café caliente e intenso. Luego dejó la taza nuevamente  en el mostrador, elevó la vista y lanzó una mirada a su alrededor. En su cara se reflejaba cierta concentración que, yo deduje, se debía a que en su interior, en lo más profundo de su capacidad sensorial, estaba disfrutando del momento. El aroma del café dominaba su momento vital y se preparaba a disfrutarlo de manera absoluta. Así fue. Volvió su mirada hacia el mostrador, la dirigió a la taza de café, la tomó con la mano y la elevó hasta su boca. A partir de ahí, la cosa me quedó clara. El hombre, el sabio, inició una serie de sorbos que finalizaron cuando en la taza ya no quedaba nada. Tomaba el café despacio, sorbo a sorbo, siendo totalmente consciente de lo que estaba haciendo. Disfrutando al máximo de esa taza de café. Disfrutando al máximo de un breve momento del día. A su lado, los demás clientes se sucedían uno tras otro con sus diferentes comandas, y cada uno de ellos apuraba su café a toda velocidad, como si fuese algo asqueroso que había que terminar a toda máquina en vez de un momento maravilloso del día para disfrutar. Aquel día aprendí algo muy importante: cómo disfrutar con una taza de café. 

Gracias hombre sabio.

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